Dijiste que no entrarías nunca a Facebook. Que no querías saber de Twitter (hoy “X”). Que de qué sirve tener un smartphone. De cuál era el punto de tener una tarjeta de crédito y usarla para comprar online. De que no ibas a subir fotos artísticas o selfies a Instagram. De que LinkedIn era solo para buscar pega. Que Youtube era para ver clips de tv del pasado. Que no era necesario tener plataformas de streaming. Que TikTok era para niños.
Y pasó el tiempo.
Y ahora te la pasas metido(a) en TikTok. Buscas tutoriales frecuentemente en Youtube. Subes la misma selfie a Instagram, donde vives consumiendo historias y reels. Te ríes a carcajadas en TikTok y hasta ocasionalmente subes un video. Pasas intentando influenciar conversaciones en LinkedIn y de tarde en tarde te metes a “X” para ver de qué hablan. Compras y compras online y lloras por el cambio de Cornershop. Ah, y sigues estando en Facebook. Donde todavía te ríes con los memes de amigos que solo tienen Facebook y duermes casi sin despegarte del celular.
Las cosas cambian. Las plataformas, también. Lo que no cambia es la importancia y foco de la atención en digital y lo relevante que es generar mucho pero mucho contenido. Algo que vienes discutiendo desde tiempos inmemoriales.